CINE Y AUDIOVISUALES
Sevilla, 1964. Profesora en la Universidad Rey Juan Carlos, donde fue directora del Máster y Doctorado en Estudios sobre Cine Español. Puso en marcha la Filmoteca de Andalucía, dirigiéndola durante seis años. Se dedica a la restauración e investigación de materiales fílmicos del periodo mudo, colaborando en proyectos con la Filmoteca Española, la Filmoteca de Catalunya y la Cinemateca Portuguesa. Coordina para España el Womens’s Film History Project.
Entre sus últimas publicaciones: “El poder de lo desconocido. O cómo enfrentarse a la contribución de las mujeres en los primeros años del cine español”, en Presencies i representacions de la dona en els primers anys del cinema 1895-1920 (2019); “Field Trip to Insanity: Bodies and Minds in the Doctor Maestre Film Collection (Spain, 1915)” con L. Alonso y D. Sánchez, en Corporeality in Early Cinema Viscera, Skin, and Physical Form (2018); “Women and the shift from Theatre to Cinema in Spain: The Case of Helena Cortesina (1903-1984)” con E. Cordero, en Nineteenth Century Theatre and Film (2018). Es editora junto a E. Cordero del volumen Women in Iberian Cinema: A Feminist Approach to Portuguese and Spanish Filmic Culture (Intellect books, junio 2020).
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La Società Italiana Cines se crea en 1906 en Roma, desde ese año tiene oficina en Barcelona. Este sistema de una oficina propia con encargado traído desde Italia no lo tendrá ninguna otra marca italiana en España. Cines distribuyó más de mil títulos desde Barcelona entre 1910 y 1917. A mediados de 1913 creará la marca Film de Arte Español para producir películas en España.
En este proyecto trato las biografías de los técnicos que Cines traslada a España: Mateldi, Turchi, Doria, Munzi, Miraglia o Genina. Algunos de ellos acabaron por desarrollar sus carreras en el cine español. Poniendo en contacto las experiencias de profesionales cinematográficos entre España e Italia. Los dos casos más característicos: el de Raimundo Minguella, catalán que trabajará entre Barcelona y Turín representando a casas italianas en España y a casas españolas en Italia para luego crear su propia empresa italo-española de producción Excelsa Films. En el sentido inverso el caso de Augusto Turqui, secretario del consejo de administración de la Cines en Roma y responsable más tarde de la oficina de ésta en Barcelona hasta 1917.
Bajo este epígrafe quedaría ridículo escribir cualquier cosa que no fuera: pandemia.
De hecho, creo que todo lo escrito sobre el proyecto o la biografía misma, resultan ridículos. Toman un aire poco convincente de algo así como “aquí no ha pasado nada”. Y eso no solo es falso, sino que sería injusto e irresponsable. Ha pasado de todo. El proyecto, la biografía, el proceso o la experiencia no debían ser los mismos, no deberían contarse de otra manera que no fuera esa que se reduce a una palabra, pandemia, y a las cifras que la acompañan. No existe el antes y el después debería ser otro.
No hay proceso o experiencia que pueda contar sin tener muy presente que ese proceso y esa experiencia conllevan la disciplina de quedarse en Italia dos meses que ya debería estar en España. No hay proceso o experiencia que aguante un relato ante el hecho de que la gran parte de esos días y noches de esos dos meses fueron viendo, sin poder hacer otra cosa, Roma desde las ventanas.
Escribir sobre el proceso y la experiencia de la pandemia no sé hacerlo y sé que no quiero hacerlo.
Aun sabiendo que escribir de otra cosa es ridículo, podría contar cosas. Investigué en la Cineteca Nazionale de Roma. Toqué los materiales originales nitrato de celulosa del título Carmen (Doria, Turqui, 1913). Probablemente y muy lentamente —como siempre son estas cosas— restauraremos o, al menos, digitalizaremos ese título incompleto. Creo que aprendí que el trabajo la mayoría de las veces no significa casi nada. Además, y ante todo, con-viví con un grupo que se construyó desde el azar y desde el azar se disolvió; el azar no tanto de las decisiones tomadas sino de las que se tomaron por otros a golpe de normas, decretos y cifras.
Tratar las biografías de gente que se quedó varada en Barcelona sin poder o querer volver a Italia en 1914 por no encontrarse con la guerra ayuda a entender, aunque no a explicar, lo frágil, a veces hasta lo ridículo, que es todo.