Ourense, 1990. Estudió Bellas Artes en la Facultad de Pontevedra con intercambios en la Universidad de Porto (Portugal) y Guadalajara, Jalisco (México), y Máster en Dirección de Arte.
Su trabajo ha sido seleccionado en certámenes de arte como Premio Auditorio de Galicia en Santiago o Mostra Gas Natural Fenosa, Novos Valores y premiada en el Certamen de Artes Plásticas Isaac Díaz Pardo, el de la Diputación de Ourense o el Concurso de pintura de la Universidad de Vigo.
Ha expuesto de forma colectiva desde el año 2013 en diversas exposiciones en Galicia, en la Kvit Gallery de Copenhagen o Centro Centro en Madrid.
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Nescis, ploras, agis, cav(e)bis (No sabes, lloras, mueves, serás cuidadoso)
Trabajo la abstracción en el campo de la pintura y el dibujo utilizando diversas técnicas y medios tratando siempre de comprenderla como lenguaje. Mis piezas se definen por desarrollarse entre procesos y con unos materiales determinados que acaban influyendo en la identidad de la pieza. Me interesa ahondar en cuáles son las características más elementales de cada disciplina para reflexionar con ellas en un sentido estético y cognitivo sobre su propia esencia y sus posibilidades.
Así, mis núcleos de preocupación son la capacidad enunciativa de la forma abstracta y las unidades mínimas narrativas y materiales para cuestionar los procedimientos y las posibilidades de la pintura en un contexto contemporáneo. En definitiva, pintura y lenguaje.
Desde esta perspectiva de trabajo vengo a Roma con la idea de hacer un ensayo plástico orientado a una relación entre pintura y poesía. Acaba derivando en un cuerpo de trabajo que surge de la observación y análisis de la pintura clásica tratando de detectar elementos esenciales desde una lógica contemporánea (objetualidad, representación…)
El título, extraído de la Tabula Lusoria, un juego situado en las termas de Caracalla, es un guiño a diferentes aspectos del proceso creativo presentes especialmente en mi evolución aquí, tales como intuición, deriva o decisión.
El desarrollo de un proyecto artístico siempre es algo complejo, entre los objetivos previos y las necesidades puntuales se cierne una tensión que apela a la responsabilidad. En el caso de estar en la Academia y más en Roma, esta sensación de responsabilidad aumenta. Por una parte está la confianza que tan consagrada institución ha depositado en uno y por otro el incontestable flujo de información que Roma aporta con toda su carga histórica y su identidad de exceso y eternidad ¿qué puede hacer uno en su estudio después de visitar los Caravaggios de San Luigi? Diría que, al menos en mi caso, la respuesta más adecuada ha sido comenzar por un silencio permeable.
Entre toda esta vorágine de belleza y recontextualización decidí que lo más adecuado era comenzar por visitas a museos y trabajo de campo en el taller con pruebas y lecturas. Y así fueron los primeros meses. Poco a poco consigo ir estableciendo un cerco en torno al foco de interés conceptual y a mi propia práctica artística. Después de un periodo guiado por la intuición, lenguaje y pintura están más presentes que nunca en las hipótesis que me plantea el trabajo realizado. Color, representación, composición, objetualidad, alegoría o materialidad son algunos de los elementos con los que empiezo a estrechar el sentido de unas piezas que surgen de una intención sensible. Son decisiones formales que, pese a su autonomía respecto al lenguaje verbal, tienen consecuencias. A fin de cuentas el carácter estético de una obra es (al menos) parte del reto cognitivo que esta plantea.
El proceso de deriva y reflexión que me ha proporcionado la estancia en la Academia ha sido tan importante que he decidido orientar el título a ello.
Pese a los intentos iniciales, aislar profesión y vida personal en la Academia es difícil y uno de los pilares de la experiencia aquí. El tiempo de residencia, el lugar privilegiado, la interdisciplinaridad de las becas y la heterogeneidad de las edades son aspectos que condicionan los procesos de creación. A lo largo de mi estancia he tenido tiempo para la duda, el error y el acierto y todo esto ha supuesto una maduración, tanto en los procesos como en la forma de afrontar mi vocación.