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TONO VIZCAÍNO ESTEVAN

ARCHIVO Y DOCUMENTACIÓN

València, 1985. Licenciado en Historia y doctor en Arqueología por la Universitat de València. Su interés por las culturas del Mediterráneo antiguo le ha llevado a participar en proyectos arqueológicos en Grecia, Italia, Marruecos y España.

Ha trabajado en instituciones como el European Research Council, la British School at Athens o el Museu de Prehistòria de València.

Desarrolla su actividad profesional en el ámbito de la gestión del patrimonio y en el estudio de los usos del pasado en el presente. Es responsable del proyecto ‘Piedra - Arqueología y cultura de masas’ y ha publicado distintos libros relacionados con la construcción de la memoria colectiva, como Receptari Extraviat (2016), El barri que vam imaginar (2017) y A la recerca dels orígens (2018).

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PROYECTO

SPQR now!
¿Qué pintan las iniciales SPQR en las alcantarillas de la ciudad? ¿Y la Loba Capitolina en el escudo de un equipo de fútbol? ¿Qué mueve a la gente a seguir ofrendando flores a Julio César? ¿Acaso un vino con nombre de dios antiguo sabe mejor? ¿Por qué hay legionarios romanos haciéndose selfies con turistas delante del Coliseo?

La presencia de la Antigüedad en la Roma del siglo XXI es incontestable. Sus calles y plazas están jalonadas por restos arqueológicos antiguos, reutilizados en épocas posteriores o recuperados en el último siglo para el consumo cultural. En torno a esa herencia material, la sociedad romana ha construido y construye sus propios imaginarios sobre el pasado, alimentados por referentes como el cine, la literatura o el propio turismo. Se modelan, así, unos lenguajes híbridos donde confluyen arqueología y cultura de masas. Lenguajes que acaban expresándose en el escenario urbano.

A través del estudio del callejero, la publicidad, el arte urbano, los nombres de los establecimientos, los souvenirs, la arquitectura e incluso los productos de supermercado, el proyecto SPQR now! propone explorar los imaginarios contemporáneos que sobre el mundo romano antiguo se proyectan en la ciudad de Roma.

PROCESO

Habitar una ciudad en la que el pasado no solo está, sino que forma parte integrante de la vida de sus habitantes, condicionándola, ha acabado por desbordar los límites iniciales de este proyecto.

De un primer planteamiento centrado en la vertiente más estática y tangible de la ciudad, es decir, del attrezzo que compone el escenario urbano, el proyecto ha derivado por inercia en un estudio transversal de los vínculos que construyen los romanos con su pasado antiguo. Esta perspectiva más rica y compleja implica hablar de tangibles e intangibles, de la maquinaria identitaria y sus distintas esferas, pero también de política, de moda, de lengua, de cine, de inmigración, de arte contemporáneo, de gastronomía. En definitiva, de situar y contextualizar el lugar del pasado en el presente.

Para abordar esa realidad ha sido necesario manejar distintos tipos de fuentes documentales, desde las de carácter bibliográfico y archivístico hasta el propio espacio urbano y la cultura material del siglo XXI, y recurrir a las técnicas y herramientas de la etnografía, la historia y la arqueología.
Lo cierto es que la activación de esa mirada etnográfica, convertida en una suerte de radar de los usos del pasado, ha determinado mi manera de ver, entender y vivir la ciudad.

EXPERIENCIA

Un proyecto como SPQR now!, que habla de sociedad y memoria colectiva, vive necesariamente de la interacción. Interacción en múltiples direcciones. Con la ciudad, que es el escenario performativo. Con sus habitantes, que son protagonistas de los relatos. Y por descontado con el contexto inmediato en el que sucede la investigación.

Así, aunque venía premeditado, SPQR now! tiene el sello de Roma y de la Academia de España. Porque si la ciudad constituye en sí misma un foco de estimulación permanente, acercarse a ella desde la especificidad de la Academia cala profundo a nivel profesional y personal. El lugar, el contraste entre el recogimiento y el encuentro, la extraña sensación de estabilidad y, a la vez, las contradicciones y la desestructuración del proceso investigador y creativo, la cocina como motor, las vistas, las visitas y las excursiones, y sobre todo la convivencia con la gente que habita y trabaja en ella, hacen del paso por la Academia una vivencia única.

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